Porque no hay mal que para una mente consciente de su existencia, no reivindique el dolor del pasado.
Porque la vida continúa aún con las heridas expuestas, aún con la incertidumbre de los presentes venideros; tiempo en el que no se sabe si dolerá más o pesará menos el tormento que nos acongoja.
Momentos en los que se ignora si la vida misma seguirá su cauce, o la muerte encontrará su destino, y ante esa condición: duelos infinitos y principios constantes.